Hace mucho tiempo visite la ciudad catalana de Barcelona, paseando por la rambla justo el día Internacional del libro observe
que con un libro siempre te entregaban una rosa, pensé que era una algo del
momento, me llamo la atención pero no indague en profundidad.
Años más tarde alguien me contó la leyenda, me pareció muy linda, amén de que no vivamos en Cataluña, es una buena forma de regalar un
libro. Así que comparto la historia con ustedes, y tal vez los motive a seguir
esta bonita tradición.
Dice
la leyenda que la villa de Montblanc estaba siendo
aterrorizada por un colosal dragón. La bestia se había instalado a las afueras
del pueblo, infectando el aire y el agua con su aliento apestoso y causando estragos
entre el ganado. En su búsqueda de alimento, cada vez se aproximaba más a las
murallas, por lo que los vecinos tuvieron que buscar una forma de mantenerlo
apartado. Empezaron dándole de comer ovejas; cuando éstas entre el ganado. En su búsqueda de alimento,
cada vez se aproximaba más a las murallas, por lo que los vecinos tuvieron que
buscar una forma de mantenerlo apartado. Empezaron dándole de comer ovejas;
cuando éstas se acabaron, siguieron con los bueyes, y luego con los caballos. Y
por fin no tuvieron más remedio que sacrificar a los propios habitantes. Se
metieron los nombres de todos en un puchero, también el del rey, y el de su
hija la princesa, y cada día una mano inocente decidía quien moriría la mañana
siguiente. Y una tarde la escogida fue la princesa. Dicen unos que el rey lloró
y suplicó a sus súbditos por la vida de su hija, pero que de nada le sirvió, ya
que no era el único padre desconsolado. Cuentan otros que el rey entregó a su
hija con valentía y entereza. Sea como fuere, la joven salió de las murallas y
se dirigió hacia su triste destino.
Cuando el terrible dragón avanzaba hacia ella, surgió entre la bruma un
hermoso caballero vestido de blanco sobre un caballo blanco que arremetió
contra la bestia. El animal, herido, se sometió al caballero, que le ató al
cuello un extremo del cinturón de la princesa. La dama tomó el otro extremo del
cinturón y, para pasmo de los pobladores de Montblanc, condujo al dragón como a
un perrito hasta la puerta de la ciudad. Allí, a la vista de todos, el
caballero remató a la bestia de un certero golpe de lanza. Dicen unos que el
dragón se fundió y fue absorbido por la tierra. Cuentan otros que un gran
charco de sangre se formó a los pies del caballero. Sea como fuere, en aquel
mismo instante creció un rosal y de sus ramas brotaron rojas rosas. Jorge, o
Jordi, o George, o Giorgios, que es como se llamaba el caballero, obsequió a la
princesa con una de esas rosas.
Semejante gesta hizo que el santo caballero alcanzase fama y popularidad
durante la Edad media, y que fuera escogido patrón de la caballería y la
nobleza.
Porqué según la tradición, en este obsequio se aúnan tres
características: una única flor, que simboliza la exclusividad del amor por
parte del enamorado, el color rojo de la rosa, que simboliza la pasión y la
espiga de trigo, que simboliza la fecundidad. Por eso es un buen elemento para
regalar a una persona amada en un día tan especial como este.
A esta tradición centenaria, se suma el hecho de que en
1995, la UNESCO declaró también el 23 de abril Día Mundial del libro.